martes, 26 de febrero de 2008

VIÑETAS LITERARIAS

El árbol
-qué lengua entre tantas, nombrará mi apelativo
- encontraré mi corazón entre las alburas
-esperaré la lluvia para disfrazar mi angustia
-viviré en la playa de la vejez, alguna vez.
-Volveré a ser flecha, arco, leña
-en mi bosque soy vástago del olvido
-el tallo es lo de menos la raíz es más importante
-hay que ver mi fruto entretanto hambre
-en el paraíso mi savia alma hablará por fin
-no me den las gracias climas del mundo
-tengo una comunicación especial con la tierra que sólo conocen las sombras
-manos y piernas me da la luna para amar la noche
-a veces soy un gitano de mis propias fantasías
-comprendo el hambre de los leñadores
-dos corazones me hacen cosquillas
-los pichones en sus nidos me roban las alas
-de vez en cuando deslizo mis ojos hacia las raíces
-un gavilán me describe las alturas sobre mi corona
-el viento enamora mis brotes
-mis amores son brotes espontáneos
-cuando amanece me siento puro
-mi mejor noticia es la sonrisa de un niño
-me abrazan las auroras y las serpientes.
-Cuando entristezco mi broza fertiliza mi alma
-cuando la ceniza me insulta lloro por ella
-mi semilla se llama esperanza por fecundar
-el agua acarrea alegres mensajes
-en la falda de los montes canto y a veces bailo
-sobre el espejo-charco soy narciso
-mis mejores maestros son mis eternas sensaciones
-mi escuela fue el viento, el agua, la noche y el día
-alguna bala hirió para siempre mi eternidad
-busco entre las migraciones el ave que me anunció
-mis hermanos de la historia son hoguera que me alumbra
- hay un arco iris privado entre mis ramas
-mis espinas son apenas mis temores o serán mis amores
-me arrojará una ola como un pez varado
-ayer dedicaron una poesía transparente como mi goma
-una lechuza compartió mi noche de insomnio
-mi piel no necesita de una sierra
-puedo navegar como buen marinero
-a veces la muerte golpea y me usa: pega fuerte
-pertenezco a un laberinto de praderas
-Noé y yo somos viejos amigos
-yo sigo pensando en la inmortalidad de mi tronco
-fui sombra antes de llegar a ser ella
-la profundidad es mi amiga no le temo, nos amamos
-la cultura y yo somos parientes de cultivo
-las confidencias engordan mis sentimientos
-las voces no nos pertenecen, por eso no hablo en voz alta
-quiero ser símbolo de la paz abrazado a la paloma
-sólo para mi se inventaron los hábitat
-ser paciente y tolerante es mi disciplina.
-llevo el honor como una segunda piel.
-mi vida es un libro de hojas que nadie lee.
-un trozo de carbón lleva grabada mi mente.
- los años se derraman anillo tras anillo.
-los humanos y nosotros tenemos en común “tala”.
-mis temores son tantos que me como una acerada sierra.
-los temores son tan peligrosos que me cercan como hachas sin filo.
- como si la tierra reiría de mi.
-heredo mi afecto por el silencio a los calcos que siembra el viento
-temo cada amanecer encontrar el rostro de la Gorgona o medusa.
-mi presencia es un lujo miserable
-no me gusta llorar sobre el aserrín derramado.
-hoy me enteré que mis polillas las inventó un tal “Verne”
- gracias por preferirme –el sándalo-
-cualquier poema sobre mi naturaleza, es pura coincidencia.
-mis amigos los castores derriban nuestras esperanzas
-a veces troto marcialmente cuando me galopa un niño.
-en el mar soy marioneta de gaviotas.
-la nieve abriga del incendio de los días fumadores.
-cuando las luciérnagas me rondan mi sombra llora de alegría.
-no necesito arrodillarme para fungirme cristiano.
-tengo espinas por espuelas para retar al mundo
- mis amigos los juncos enamoran mis ramas para robar mi corona.
-soy mal comerciante regalo frutos y carbón.
- puedo penetrar en tu casa si me miras por la ventana.
-millones de mariposas se unen en mi capilla.
-la muerte tiene bajo la manga mi savia y un perfil acerado.
- dos girasoles me convierten en panteísta.
- las hormigas explorándome se creen Jacques Coustou
- ¡craz! craz… Disculpen se me malogró el verbo.
- vamos amarnos amapola, protagonicemos “El Último Tango en París”
- ni rivalidad ni codicia, soy el equilibrio del mundo, mí sabiduría son raíces atravesando los siglos
-el hombre y yo somos dos sabios enemigos
-no hay porque perder la paz –el olivo- nuestra memoria vegeta
-mis combates siempre vencen sin hacer la guerra
-no cambiaría mi destino ni por todo abono del mundo
-hoy supe que amar es todo pero también es quedarme sin hojas.
-adoro los silencios, me hacen alcanzar la luna e recorrer sus espacios.
-inicio fugaz vuelo, hacia ti, eligiendo las palabras que nos gusta repetir.
-me sintonizo con el universo cuando en aire mece mis ideas.
-cada vez las alabanzas me hacen crecer mas espinas
-no puedo ser juez leñador, no puedo entender tus errores.
-aniquilar con mis ramas al creador que me heredó esta cruz
-no hay nada mas difícil en esta vida que arrancar un árbol a otro árbol, nuestras raíces se aman y se alimentan una a otra.
-¿me entienden? soy suyo, todo suyo, solo suyo, siempre suyo… ¡humanidad!
-estoy naciendo, pido ternura, nadie reclama lo contrario.
- llevo cien años en esta avenida y me gusta los recuerdos que en mis vainas he regalado
-El algarrobo-

Bajo el Charán

BAJO EL CHARÁN
Es difícil llamarse Rosario siendo varón. Pero más difícil es ser hijo de doña Francisca Mendoza. A doña Francisca Mendoza le gustan el orden y los rezagos del matriarcado. Su hogar luce lleno de aperos, reatas y mercancías. Son las cinco de la mañana, afuera está en el oscuro y claro. A lo lejos se escucha el canto de un par de chilalos madrugadores. Rosario mira silencioso todo el bullicio que ocasiona doña Pancha. Siente ganas de fumar pero jamás lo haría delante de su madre así que contiene las ganas. Han pasado los meses de lluvia y se van a reanudar los viajes al otro lado de la frontera. Rosario será el cabeza de la empresa. Sus hermanos estarán bajo su responsabilidad. Es un encargo difícil el que le ha asignado doña Pancha. ¿Cómo controlar a aquellos padrillos que lejos de su madre echan al aire todas sus pasiones contenidas? Cariamanga está a muchos días de ruta y en este tiempo compartirán de todo: recuerdos perfumados con reseda y ramos de rosas llenos de espinas.
Rosario sigue mirando como doña Francisca Mendoza recuenta los costales de yute alineados en el suelo calculando en almudes el total de la cosecha que está por comercializar. Imperativa conmina a los sumisos hijos varones a acelerar el repulgado de los sacos. Las mujeres acopian los talegos de provisiones y fiambre para el camino. Hay en el aire mixtura de olores y algarada de larga jornada.
-¡Ya es hora de cargar!- Retumba la voz de doña Pancha. Las acémilas son debidamente aperadas, con carga balanceada sobre el lomo, las alforjas y un calabazo de agua en cada una de ellas. Los jinetes sobre sus caballos guardan el revólver en la cartuchera. Doña Pancha los reúne y bendice uno a uno a sus seis hijos que emprenden la partida. Lágrimas, encargos de las hermanas para los solteros y de sus mujeres para los casados. La voz estentórea de doña Pancha sorprende a Rosario:
-¡Rosario!-, hijo ¡no te olvides del recado para mi comadre Catalina! ¡Por el amor de Dios, tráele noticias de su muchacho!
- No te preocupes mamá, así lo haré.
-¡Diosito me los lleve y me los traiga con bien!
Le pesan las palabras de doña Pancha a Rosario y lo curioso es que no sabe por qué.
Rosario trata de ser un buen hijo, pero hay algo que lo separa de su madre ¿Será su voz demasiado autoritaria? ¿O esa mirada que parece relámpago? Doña Pancha ahora sólo ve una nube de polvo que se desvanece en el horizonte. La casa se ha quedado en silencio y ella empieza a apagar los mechones de kerosene con los que se han alumbrado. El día va tomando cuerpo. La vida se va introduciendo a borbotones en el pueblo.

II
-Este viaje será mejor que el anterior, llevamos setenta bestias entre mulas y burros- comenta Rosario en voz alta. Sus hermanos asienten con la mirada. El viaje es duro. Avanzan toda la noche y madrugada. Descansan cuando el sol está fuerte para despistar a los bandoleros que nunca faltan. La canícula arrecia, apenas se escucha el canto de algún pájaro, sólo aves carroñeras revolotean distantes en el firmamento. "Todo en la vida es intercambio", piensa Rosario, piensa además en la sal, maíz y grano que llevan. Del otro lado traerán café, cacao y chancaca.
La noche le trae una sorpresa a Rosario. Ha contado los jumentos y le faltan siete. En algún momento de distracción y cansancio los borricos han desertado. Emprende la búsqueda con un nudo en la garganta. Cruza la quebrada. Se imagina las recriminaciones de doña Pancha y ello le da valor para seguir la búsqueda. Tiene que encontrarlos, además están frescas las huellas, no van tan lejos. Cuando la esperanza lo abandonaba escuchó un rebuzno. Juntó fuerzas y siguió la búsqueda. La luz de la luna, que "alumbraba como el día", lo recompensó mostrándole las acémilas.
Arreó la pequeña piara hacia un charán majestuoso y plateado. Impresiona a Rosario el porte de aquel arbusto de espontáneo brote; era un ejemplar no tan común por aquellos lares. Una belleza de ramas intrincadas bañadas por el viento y la luz de la luna. Aligeró la carga de los fatigados animales, hizo una fogata y se tendió cerca de ella. "Lo importante es que los hallé con carga y todo" pensaba. Suspiró aliviado recordando a sus hermanos seguramente preocupados con su tardanza. La sonrisa de satisfacción se le borró de pronto. Un quejido lastimero se le metió a los oídos, era un lamento profundo, casi sobrenatural. Paralizado de terror recordó la vieja leyenda del El Charán Encantado, leyenda que todos los arrieros narraban en sus horas de sosiego. Por un momento intentó rezar pero de sus labios sólo brotaba "Dios, Dios". Las oraciones que le enseñara doña Pancha a punta de latigazos habían fugado de su memoria. Luego vino el abandono total sintió que en el universo sólo quedaban el árbol ondulante y él. Quiso acudir a la esperanza de creer que todo era un sueño, una pesadilla, pero todo era real: la luna y el viento que doblegaban las ramas de un lado para otro y aquel momento de ultratumba que lo empujaba -como mariposa a la luz de una vela- a acercarse al charán. Sí, una fuerza sobrenatural lo hizo trepar el árbol y toparse con el objeto que producía su miedo. Era algo de metal que al rozar con las ramas generaba ese gemido de espanto. Rosario con una sonrisa de oreja a oreja acercó a sus ojos el bulto: era un hermoso machete con empuñadura de nácar. Bajó del árbol y decidió que por esa noche bastaba de aventuras. Logró dormir y soñar. Se levantó alegre y se dispuso a retornar junto a sus hermanos, ensilló las bestias y con una horqueta se ayudó a cargarlas. Iba ya a partir pero sintió la frescura del charán como despidiéndolo. Sacó su trofeo ganado al viento y la noche. Era un machete similar al que doña Pancha le regaló cuando empezó su carrera de comerciante. Un fuerte estremecimiento le recorrió el cuerpo al reconocer en el arma las mayúsculas J. M., eran las iniciales de Juan Montero el hijo de Catalina, la comadre de doña Pancha. Juan Montero era arriero como Rosario, hacía un año no regresaba a la casa materna, la gente especulaba un montón de cosas, unos decían que se había "robado" una muchacha, fugando con el dinero de la madre; otros afirmaban que lo habían visto al otro lado de la frontera totalmente distinto, con bigotes y otro nombre, que seguramente se había enrolado como secuaz de Naúm Briones. Eran muchas las habladurías pero su madre aún lo esperaba y no dejaba de encargar a los arrieros que buscaran noticias de su amado hijo. Un ligero temblor en el párpado derecho acometió a Rosario. La voz de doña Pancha retumbó en su pensamiento y le ordenó remover la tierra bajo el charán. Así lo hizo como autómata. El sudor que le cubría el rostro se confundió con algunas lágrimas cuando encontró el cuerpo de Juan Montero, el Diente Mocho, "mote" del amigo, lo delataba. No sabía si las lágrimas eran por Juan o por el dolor que embargaría a doña Catalina. Cuando terminó la ingrata tarea supo que realmente las lágrimas eran por él mismo. Éste, definitivamente, sería su último viaje de oficio; de ahora en adelante sería un comerciante estable, de los que compran la mercadería a los arrieros. Miró al charán y se le reveló el rostro doña Pancha que seguramente iba a "trinar" con su decisión, pero no se amilanó, él era Rosario, quien narraría a sus nietos mil aventuras en las noches de sosiego. Rosario, ¡el hombre que venció el encanto del charán!Autora: Luz del Carmen Arrese Pacherres






Mi Abuelo Rosario







De Carmen Arrese Pacherres







Mi abuelo Rosario, tiene más de cien años. Ha sido agricultor, arriero, comerciante mayorista, dueño de más de una docena de inmuebles, libras de oro y predios agrícolas, buen administrador y gran gourmet. Fue bautizado como católico, es devoto mariano y ahora, un gran piropeador.
Ha vivido en la hacienda de los grandes gamonales, le tocó participar en las mingas comunitarias como brasero, quemando carbón para las hornillas y conoce a la gente “como si la hubiese fabricado”. Estuvo amarrado a un árbol cuando el pródigo cometa Halley pasó rozando la tierra y pudo verlo tan “cerquititita” que casi podía asir su larga y luminosa cola. Se casó con una mujer de extraordinaria inteligencia, mi abuelita, novia que le destinó su madre doña Pancha. Y hace poco, le propuso “acompañarse” a mi secretaria una mujer corpulenta que frisa los cuarenta años; Le dijo: “Yo viudo y usted soltera, podríamos acompañarnos”. De hecho, recibió por respuesta una sonora carcajada que quizás ni oyó, porque es sordo.
Enredado en su mundo masculino prefiere en sus afectos a mi hermano, por ser varón, sin embargo he de reconocer que en ocasiones después de alabar mis logros y cualidades, repite el colofón: “Lástima que seas mujer”.
Siempre me doy tiempo para conversar con él, me relata sus viajes a Ecuador, Colombia y Panamá, sus encuentros con “los malos” como llamaba a los bandoleros. Los años de epidemias, sequías e inundaciones. Las dictaduras y caudillos. La guerra del 41 en la que sirvió como abastecedor. La importancia de “empeñar la palabra”. Sus anécdotas con la abuela, sus luchas ante la adversidad, el éxito, sus cuentos y fantásticas leyendas; cuando le pido que relate algún affaire amoroso me responde: “Muchacha insolente”.
Le pregunto ¿cuál es el secreto de su longevidad?, de inmediato contesta: “Tener constante actividad y actuar con corrección”. Su rectitud contagiante lo hace merecedor de mi ternura. Cuando se traspasa el siglo y se habita en el mágico camino de los días, las horas son aves en jaula. Ser mujer no me desobliga continuar la tradición, aunque los siglos no puedan borrar el atávico concepto triunfalista de ser hombre en su comunicación.
Frecuentes momentos de acercar mi reflexión a sus imágenes. Entonces florece la esencia de un relato, antes de que se evapore, recreo. Se imaginan todo ese mega centro de memoria almacenada en un ser que vive entre tres siglos. Rescato lo mas impresionante, lo que pueda tener un valor histórico, lo entretenido, algo original para dar a conocer lo que aún falta de contar. Yo le hablo de un mundo de satélites, robótica e Internet. La utopía dormida de un abuelo con celular, pasando su tarjeta en la ranura de un cajero o prisionero de su laptop asoma en forma de sonrisa bajo su inseparable sombrero de paja. No es locura confesar que prefiero temática que guarda identidad cuando mas se exige substancialismo. Y no es que me conforme con las memorias del abuelo pero es injusto ignorarlo. Cada quien es libre de escribir y elegir tema para quien quiera leerlo y el que no le guste, que no lo lea, pero que no se disguste, podría repetir como el Chavo: “Bueno, ¡pero no se enoje!”.








Obras:







“Poesía Prosa y Nada” 1967-Lima.
"Campos Negros” 1968-Lima.
“Libreta de Notas” 1969-Lima.
“Retorno de los Latidos” 1999-Sullana.
“Silbando Lunas” 1999-Piura.
“Paca Guaraca” Literatura Infantil.




“Canicas de Papel” Literatura Infantil.
“Palabra de Capullana” 2000-Sullana.
“Lista de Espera” 2000-Sullana.
“Leyendas y Mitologías” Inéditos.
“Cuentos” Inéditos.
“Las Letras en Sullana” Guía Provincial “Sullana”.
“Himno a la Beneficencia” Letra.




































Antologada en:

“El Hipocampo y sus Palabras”-Jesús Cabel
Biblioteca Nacional del Perú.

“Poetas y Narradores Contemporáneos de la Región Grau”
Alberto Alarcón.

Piura – Tumbes “Atlas Departamental del Perú”
Tomo V – Diario La Republica Universidad Ricardo Palma.

Atlas Regional del Perú: Piura Tomo II.

“Un Metro del Pasado”- Dos Décadas de Poesía y Cuento en Piura.
Universidad Nacional de Piura.

“Entre el Fulgor y Los Delirios”
José Guillermo Vargas.

“Karminca”- Antología de la Poesía Piurana.
Julio Aponte.

“Literatura Regional”
Mario Palomino.

“El Perverso Encanto de las Voces”
José Guillermo Vargas.

Literatura infantil / Cuento y Poesía “100 Poetas Cantan a la Ternura”
Tacna – Perú.

Promotora:
Coordinadora “Todas Las Sangres”

Asociación de Mujeres Norteñas del Perú- Trujillo.

Ponente y Conferencista en Congresos y Encuentros Literarios en Perú y América.

Asociación de Literatura Infantil y Juvenil del Perú.

Asociación Internacional de Escritoras-Chile.

Escritores y Poetas “Sin Fronteras”- Ecuador.

Secretaría de “Corporación Cultural Sullana”.

Vice Presidenta de “Movimiento, Promoción de la Mujer y Juventud”.

Vice Presidenta de “VIDAS” (Vecinos Innovadores por el Desarrollo y Avance de Sullana)

Dirigente Honoraria de la Asociación Scout del Perú